La divinidad en su misterio infinito me llevó en un camino de autoconocimiento desde muy joven. Fue la infelicidad y un vacío interno que no se llenaba con nada, lo que me llevó a querer comprender y poner un fin a mi sufrimiento emocional. Mis inicios de autoconocimiento fueron marcados por el coaching y el mindfulness hasta que las constelaciones familiares tocaron mi destino. Este método terapéutico evidenció de manera radical que el principal cambio que correspondía hacer era el de mi interpretación de los hechos y me invitó a rediseñar la manera de mirar mis relaciones. Gracias a la sabiduría decantada por el maestro Bert Hellinger, pude aprender a articular el lenguaje del amor y la compasión. Son estas herramientas con las que acompaño a otros en su camino de regreso a la experiencia mística del amor.

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En mi camino de regreso al amor, el budismo tibetano tocó mi puerta. Esta tradición contemplativa con sus sofisticados métodos de entrenamiento mental, permitieron que vea con esperanza que es posible liberarse del sufrimiento de manera absoluta. El budismo, mi casa espiritual, me enseña constantemente que lo mejor que podemos hacer por otros es hacernos cargo de nuestra insatisfacción. La invitación es entrenar constantemente en la contemplación y la meditación, ojalá con alegría y entusiasmo. Gracias al amor incondicional de mis maestros Traleg Kyabgon Rinpoche y Ani JanChub Llhamo pude aprender a habitar el caos con absoluta serenidad.

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Soy una mujer amante de la rigurosidad del método científico. Este método de continua investigación me ha permitido cuestionarme mis creencias más arraigadas en el ámbito espiritual, emocional, conceptual y psicológico.  Este amor por la precisión me permitió graduarme como farmacéutica y bioquímica, y actualmente me encuentro en la carrera doctoral estudiando los ecosistemas marinos del Pacífico.

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Espero seguir acompañando a personas que quieran embarcarse en el viaje de sanación a si mismas y reencontrarse con su lugar original de calma y presencia. Es posible estar confundido y a la vez habitar un lugar interior de calma desde donde nace un profundo asentimiento a la vida tal y como es.