Muchas veces dentro de las sesiones de acompañamiento aparece la pregunta cuál es mi propósito. Cómo descubro para lo que he venido a este planeta y si tengo un único propósito que he venido a cumplir.
Antes que respondamos a esta pregunta, ambos cliente y yo, nos sumergimos en una serie de preguntas introspectivas sobre qué nos trajo hasta este momento de nuestras vidas. Intuiciones, decisiones, impulsos de renovar nuestra vida, impulsos para dejar algo atrás. Nuestro pasado, nuestras intenciones y nuestras acciones determinaron nuestro presente y sin duda lo que cosechamos hoy es el producto de las semillas que sembramos hace un tiempo. Desde la tradición budista, esto se denomina Karma o comúnmente llamado ley de causa y efecto. Cliente y yo comenzamos a mirar con sorpresa y curiosidad la importancia de nuestro presente y de cómo para predecir el futuro sólo tenemos que estar atentos a nuestro presente. Ahora, la pregunta es ¿cómo no perdernos el momento presente?
Hay muchos libros new age y comentaristas que hablan de lo que todos ya sabemos: No habitamos el momento presente. Tenemos un hábito descontrolado de estar constantemente distraídos de lo realmente importante: la vida que ocurre. La pregunta es ¿cómo recupero el hábito de estar en el momento presente? ¿cómo vivo mi presente sin caer en la pereza y en la complacencia de dejar mis planes de lado y visualizar mi futuro? ¿cómo vivo mi presente si estoy llena(o) de sueños y ganas por hacer cosas?. Creeme que sé de lo que hablo. El balance de vivir el presente sin dejar de lado nuestro impulso de ir por nuestros sueños es un arte que se aprende de a pocos. La palabra clave es estar atentos.
Un posible propósito de vida sería recuperar nuestra verdadera naturaleza, que desde la tradición budista es el ser conscientes. Pura consciencia que también es llamada naturaleza búdica (innate awareness). Con este cultivo de consciencia nos daríamos cuenta cuándo nos hemos distraído de lo genuinamente importante (la vida ordinaria) y cuándo es momento de regresar. La consciencia cultivada nos permite darnos cuenta cuando estamos más allá que acá, cuando nos perdimos en el futuro o en el pasado y cómo nos recuperamos en el presente sin dejar de lado nuestros planes. La consciencia nos permite darnos cuenta si operamos desde patrones aprendidos que no nos sirven o si realmente estamos comenzando a ser saludablemente independientes en nuestras relaciones. De igual manera, permite que cuestionemos la ética de nuestras acciones y palabras, para darnos cuenta si lo que hacemos genera más beneficio que daño a los que nos rodean. La consciencia, cualidad que se va recuperando de a pocos a través de la práctica meditativa, es la fuente de la riqueza interior. La consciencia es lo que nos hace libres y nos permite relacionarnos saludablemente en interdependencia con nuestro mundo.
Desde esta mirada el propósito de nuestra vida sería recuperar esta consciencia. Recuperar el "estar atento" a la ordinariedad que esconde lo extraordinario. Al respirar, a la contemplación de nuestro día a día que es único, a ese café recién pasado y al hecho de que cada día es un día más cerca a nuestra muerte. Al estar atentos podemos responder con lo que se requiere a los eventos de nuestra vida: con determinación, con paciencia, con amorosidad y fuerza, con el corazón en llamas hacia generar un beneficio a la humanidad porque no hay tiempo que perder.
Nuestra condición humana, bella en su imperfección y caos, permite que a través de nuestra distracción recuperemos nuestra naturaleza. Llega un punto en el camino espiritual donde el obstáculo no es más un obstáculo, y por ende dejamos de pelear. Al contrario, el obstáculo es percibido como un grato recordatorio de que nos hemos perdido y que es momento de volver.
Comments