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Foto del escritorNatalia Bullon

Lo siento mamá, lo siento papá

Quienes transitamos el camino de recuperación de nosotros mismos nos damos cuenta que gran parte de nuestra sanación y liberación personal proviene de dejar morir la idea de padres que queríamos y abrirnos a verlos como realmente son. Un proceso de muerte y renacimiento continuo que nos conecta con lo esencial en nosotros: el amor incondicional. Cualidad esencial que es nuestra verdadera naturaleza, al menos segun el budismo. Al cultivar esta cualidad por nuestros padres, que son los seres que más han influenciado nuestra vida, nuestra forma de mirar a los demás también cambia. No importa en qué nivel de aceptación de nuestros padres nos encontremos en este momento, siempre podemos ocuparnos de despertar el potencial más sublime que llevamos adentro.


El entrenamiento mental budista ocupa muchas visualizaciones para despertar nuestra verdadera naturaleza, y muchas de estas visualizaciones empiezan con nuestros padres. Al igual que las constelaciones familiares, el punto de retorno comienza con la consciencia de nuestra actitud egoísta por pretender que nuestros padres fueran diferentes, que resulta en un egoísmo ciego que pide que la vida y los demás sean diferentes, que sean como yo quiero cuando yo quiero. La consciencia de nuestro egoísmo no es para castigarnos, sino para que sea nuestra principal motivación: no repetir el abuso que ha venido reproduciéndose por generaciones a través de toda la humanidad. Al cultivar nuestra consciencia y darnos cuenta de nuestra actitud egoísta podemos mover nuestra atencíón hacia algo mucho más saludable: generar beneficio para tantos otros, en la medida de nuestras posibilidades. No somos presa de nuestro egoísmo, mas bien éste nos recuerda que el antídoto a nuestra enfermedad es el altruísmo y el servicio.


Hoy me gustaría compartir parte de las visualizaciones y frases que utilizo en mi práctica diaria alimentada por la técnica del gran maestro Bert Hellinger y de mi tradición espiritual budista. Siéntete libre de hacerla y de escribirla para ti. Está al servicio de tantos que necesitamos reconciliarnos con nuestros padres físicos y cósmicos, incluida la gran madre tierra:



Photo by Hans Vivek on Unsplash



Querida mamá/ querido papá


Lo siento. Lo siento si abusé al pedirte que fueras diferente. Lo siento si traté de cambiarte y es que no podía ver mi abuso al pedirte que no seas lo que eres. Lo siento, no me daba cuenta que mi arrogancia no me permitia ver que yo era la pequeña, el pequeño y tu el grande. ¿En qué momento deje de ver que tu sabías lo que era mejor para ti?

Si algun día dejaste de sonreír porque la vida fue dificil, desde el fondo de mi corazón lo siento. Siento que haya sido difícil, siento que hayas querido darte por vencido tantas veces. Lo siento por haberte hecho daño con o sin intención y es que yo no podía ver.


Quiero decirte que quiero reparar el daño causado. Quiero poder amarte tal y como eres antes de que te vayas de este mundo (o quiero poder amarte tal y como eres antes de que yo me vaya de este mundo). Si es que me queda poco tiempo de vida, quiero poder llevarte en mi corazón con amor incondicional, ese amor que permitió que yo viviera y escriba esto hoy. Si es que te queda poco tiempo de vida, quiero que seas infinitamente feliz el tiempo que te queda.


Desde hoy voy a comenzar a ver a todos los demás seres de este planeta como mi madre/padre, como si fueran quien me trajo a este mundo. En alguna de mis anteriores vidas lo fueron. En algun momento dependi de ellas/ellos tanto como dependi de ti en esta vida. Voy a tratar a los demás como si fueran tu. Así mismo, me convertiré en la madre/padre para mi mismo, para mi misma. Traeré beneficio a quienes lo necesiten, brindaré abrigo a quienes tienen frio de corazón y emanaré lo que pido que me den. Mi servicio a los demás tiene tu nombre.


Mamá/papá, todos mis logros llevan tu nombre. Lo que yo brindo al mundo viene de ti. Nada de lo que yo doy sería posible sin ti. Gracias a ti puedo entregar mis dones, mi profesión, mi cuidado, mi escucha. Gracias a ti puedo hacer las cosas diferentes hoy. Mi felicidad me recuerda a tu felicidad. Las sonrisas de los demás me recuerdan tu sonrisa.


La guerra en mi corazón encuentra un buen lugar hoy. Gracias por darme el regalo más grande de todos: existir y poder hacer de mi vida una buena vida.


Te amo así tal como eres








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